Crítica: Helevorn – Aamamata (2019)


Creo que la gente cuando usa la palabra «desesperación» no tiene una idea real de lo que significa. La mayoría no sabe lo que es ver como su familia pasa hambre debido a una situación social política insostenible. Al final, los que realmente no podemos seguir en esta situación nos arriesgamos a perder la vida en una balsa mal construida. Vamos buscando ya no un futuro mejor, sino un futuro a secas. He perdido la cuenta de cuantos de mis amigos han muerto intentándolo. Sin embargo, ya no veo otra salida. Debo de arriesgarme yo también. Contando con que llegue vivo, tengo la esperanza de no ser deportado. Si así fuese, el viaje habría sido en vano, y posiblemente no sobreviviría a otra intentona. Me encomiendo a la clemencia del mismo mar, esperando que éste no desee engullirme como a tantos otros.
Bienvenidos al universo de Helevorn.

Los amantes del mejor Doom Metal, tendrán una cita ineludible en su tienda de discos habitual el próximo 23 de enero de 2019. Esa fecha, es en la que el cuarto álbum de Helevorn «Aamamata» saldrá al mercado.

Su line up es: Xavi Gil (batería), Samuel Morales (guitarra), Josep Brunet (voz), Enrique Sierra (teclado), Sandro Vizcaíno (guitarra), Guillem Morey (bajo).

Tan solo aquellos que carezcan por completo de sensibilidad musical podrán sacarle pegas a esta obra maestra. Y esto os lo dice un tío que tiene especial predilección por el Death Metal y sus variantes. Sin embargo, y a pesar de gustos subjetivos, para este humilde redactor ha sido imposible mantenerse indiferente o impasible ante tantísima calidad. Una vez comienza a sonar el Elepé, la magia de sus notas invadirá y completará cada rincón de vuestro ser, transportándoos a lo más profundo de los océanos, donde oiréis historias tan emocionantes como melancólicas. Los nueve cortes que lo conforman, son tremendamente dramáticos a la par que épicos, donde la mediocridad o las fisuras no tienen cabida alguna. Por supuesto, la producción está a la altura de las circunstancias, siendo tan perfecta como la música que contiene este álbum. A su vez, me quito el sombrero ante su evocador artwork. Da gusto ver portadas así.

Arrastrados, contundentes y angustiados son los riffs que salen de las «hachas» de Samuel y Sandro. Las dobles armonías campan a sus anchas a lo largo y ancho del Long Play. Cabe resaltar que los teclados están incluidos con una clase espectacular. Y es que ya se sabe, cuando se hacen las cosas bien, todo está en su sitio.

En lo que a voces respecta, las predominantes clean vocals comparten protagonismo con pinceladas de growls.

La percusión obviamente es lenta y apesadumbrada. Los mid y down tempo mandan.

Destacaría «Goodbye, Hope» y «Once upon a War» como mis cortes predilectos. A pesar de ello, podría haber escogido cualquiera de las nueve tonadas que conforman el Long Play.

Estas sí que son formas de comenzar el 2019. Sin duda, este redondo estará dentro de mi Top Ten cuando finalice el año. ¡Compradlo ya por el amor de Odín!

Nota: 10
Autor: Chus

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