Crítica: Fleshbore – Painted Paradise (2025)


El lacerante abrazo del infierno. Un dolor surge de las entrañas de un fuego que jamás creíste que pudiera existir dentro de ti. Consume y destroza tu alma atravesada por unas cadenas intrincadas de eslabones jasantes que se cierran en torno al deseo incumplido de una libertad herida de muerte por las más crueles fantasías miasmáticas provenientes de un estado existencial hibernante y desangrado, sin principio ni fin, ausente en lo uno y lo otro, fuera de la normalidad anclada en la vileza del extraño sentimiento punzante que anida en una cumbre de ruindad inhumana. Morir es una meta imposible de alcanzar cuando el segundo precedente a los que están por llegar es una disolución del tiempo y el espacio en partículas de ceniza bituminosa hacia el todavía más y más empeorable de los estados podridos del ser. Permitir un descarte de arrepentimiento fugaz supone la impiadosa confirmación de un encierro entre paredes y barrotes invisibles alrededor de un vacío pequeño y miserable abrazado a un cúmulo irrevocable de sonrisas surcadas por la tristeza vesánica de rostros afémicos, espejos rotos de partes inconexas reconocibles como propios y extrínsecamente tuyos.

El disco de hoy es el segundo elepé del cuarteto estadounidense Fleshbore (Taladro de carne), formación surgida tras la disolución de Into the Divine (Dentro de lo divino) en el 2017, un anterior proyecto con un periodo de actividad de 7 años dedicado a la práctica de Metal Muerto Técnico y Melódico. El disco que nos ocupa se titula «Painted Paradise» (Paraíso falso), publicado en formato cedé y digital por el sello indio Transcending Obscurity Records el 24 de enero de 2025. En vinilo se editará por la misma discográfica el próximo 30 de marzo.

La portada es una hermosa obra pictórica con una simbología auspiciada por un uso hábil de suaves tonos cromáticos, destacando por contraste en el ángulo central derecho la presencia de una figura con un hábito monástico que también surgía en el primer disco de larga duración de los americanos con fecha del 13 de agosto de 2021 bajo el título de «Embers Gathering» (Acumulación de ascuas). A partir de su epé «Malignancy» (Malignidad) del 13 de julio de 2018 se aprecia un cambio importante en el logo del grupo como en el arte escogido para ilustrar sus posteriores discos, siendo la unión musical de todos ellos el estilo practicado del aludido Metal Muerto Técnico y Melódico desde sus tiempos con Into the Devine. El nombre del grupo porta un tamaño claro, a diferencia del pequeño título en comparación.

La producción es una puerta abierta a los sonidos elevados en una zona de confort auditivo equilibrado y aplastante. Los ritmos escogidos son lentos, medios y rápidos con un listado de 8 canciones parejas en su minutaje. La escucha completa del álbum supone un tiempo total de 36:16.

La voz presenta una naturaleza agresiva -con una parte gutural junto a otra más aguda, áspera y sulfurante- muy bien implementada. En el corte ‘Target Fixation‘ (Fijación del objetivo) hallamos unas refrescantes e inéditas voces de coros en limpio, aunque se debe agudizar el oído para captarlas.

Las guitarras son técnicas y refinadas en un discurrir instrumental de las seis cuerdas con escrutada ejecución desbordante. Los solos tocan la fibra sensible sin olvidar una parte oscura aparentemente escondida tras un paraíso de emociones personalistas.

El bajo de rango extendido – 6 cuerdas- desata una locura rítmica perfectamente engarzada en la construcción gigantesca de unas líneas de perdurable trazo asolador. Como ejemplo, el tema ‘The World‘ (El mundo) con un solo bestialmente lírico desde el minuto 3:24 hasta el 3:34, diez segundos de auténtica caída a los cielos bajísticos, o la composición ‘Wandering Twilight‘ (Crepúsculo errante), con un fraseo instrumental descarnado, rompedor y sutil. Existe otro segmento mágico en un ejercicio de impecable simbiosis tonal que os invito descubráis con la escucha íntegra del redondo.

La labor de sesión del prolífico baterista australiano con participación en bandas como Evilyn -léase la reseña de su disco «Mondestrunken» el 9 de julio de 2024 por Chus en Broken Tomb-, Sarcophagum (Sarcófago), Oppose the Sun (En oposición al sol) o Virulent Depravity (Depravación virulenta), completa una sección percutora avasalladora y subyugante a los parches, los platos y el doble pedal -con una fuerza aquí de nivel sobrehumano imparable y dinámico- de extremo posicionamiento infungible.

Coda: un disco de plástica sobrenaturalidad e inconfundible sentido de la técnica al servicio por y para el Metal inmejorablemente Extremo.

Nota: 8.5.
Autor: Deader.

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