Crítica: Ingested – The Tide of Death and Fractured Dreams (2024)


El parricida de El Picón. Advertimos de la crudeza de los hechos descritos. El 8 de abril de 2024, un varón de 46 años agredió a su padre septuagenario en el domicilio paterno de la aldea de El Picón, en el concejo ovetense de Soto de Ribera -con una población cercana a los 400 habitantes-, utilizando una arma blanca con la que le hirió en el tórax y en el brazo antes de decapitarlo frente a la puerta de los vecinos a los que el padre malherido fue a pedir auxilio. Tras ello, el parricida, cubierto de sangre, llevó la cabeza de su progenitor en la mano hacia una rotonda cercana, arremetiendo contra varios vehículos. Avisada la Guardia Civil, el individuo fue detenido y trasladado circunstancialmente a la unidad de oncología del Hospital Universitario Central de Asturias, vigilado por agentes y atendido por el servicio de psiquiatría. Según las estimaciones médicas realizadas, pudo haber sufrido un brote psicótico, sin hallarse antecedentes previos en salud mental, no habiendo sido nunca tratado de una patología psiquiátrica anterior y no contando con ningún historial policial. El 22 de abril ingresó en la cárcel asturiana de Llanera, pendiente de ser trasladado a alguna de las dos prisiones españolas con un módulo hospitalario especializado en salud mental: Fontcalent -Alicante- y Sevilla II.

El disco de hoy es el LP «The Tide of Death and Fractured Dreams» (La ola de la muerte y de los sueños fracturados), séptimo larga duración del terceto Ingested (Ingerido). Procedentes de Manchester, practican Metal Golpeador, Brutal y Muerto Nuclearizado desde 2006.

La fecha de lanzamiento del disco fue el 5 de abril de 2024 a través del sello estadounidense Metal Blade Records en formato cd, vinilo y digital.

La portada es descarnada, de amplia concepción figurativa y un uso cromático de tonos hiperrealistas. El nombre del grupo y el título del disco -éste en mayor medida- son legibles aun en su pequeña grafía.
El listado de composiciones hacen una suma de 10, nueve canciones y una instrumental.

La duración de los temas es pareja, entre los 03:30 de ‘Pantheon‘ (Panteón) y los 06:51 de la final ‘A Path Once Lost‘ (Un camino una vez perdido), con un minutaje completo de 45:05.

La producción es expansiva y resonante, de excelente resultado auditivo.

Los tiempos ejecutados son lentos y medios.

La voz es agresiva y ronca, muy decibélica, apareciendo también momentos rasgados y limpios. Anecdóticamente, en la inicial ‘Paragon of Purity‘ (Modelo de pureza) hallamos un breve inserto desflemado. En el corte ‘Expect to Fail‘ (Esperar el fracaso) colabora el cantante de Sylosis mientras que en ‘In Nothingness‘ (En la nada) el vocalista de Chimaira participa igualmente como invitado.

Las seis cuerdas son pulcras y cortantes, con ritmos directos que eluden complicadas partituras. Los solos, siendo escasos, poseen calidad creativa de adecuada implementación temporal. El inicio de la instrumental ‘Numinous‘ (Numinoso) es plenamente acústico, aplicándose en dicho corte un atmosférico sonido de sintetizador.

El bajo no supera lo discreto, en una entrega sonora donde el bajista canadiense de sesión se atiene a lo funcional.

La batería hace todo lo contrario, a los parches, los platos y el doble pedal, desplegando sensaciones muy bien conformadas tanto en potencia como técnica depuradas.

Coda: un disco para disfrutar entre olas sanguinolentas bidireccionales.

Nota: 6.5.
Autor: Deader.

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