Crítica: Tzun Tzu – The Forbidden City (2020)


El 31 de enero de 2020 los australianos constructores de death Tzun Tzu lanzaron su sexto ep hasta la fecha titulado «The Forbidden City» bajo el sello checo Lavadome Productions.

Tzun Tzu son: Don Taylor (voz y guitarra), Nick Seja (voz y guitarra), Adam Ritchie (bajo y programación) y Alan Catman (batería).

La Escuela Oceánica de metal extremo nos conduce (con permiso de Nueva Zelanda) a tierras austraiianas en pos de encontrarnos un tipo de «metal muerto» rabioso y comprimido en tres números sonoros de vertiginosa degustación sonora. Cuando el listado es tan breve los músicos deben acertar en la elección de los temas para satisfacer a los seguidores acérrimos y a aquellos que pueden unirse a la causa si es la primera vez que llegan a sus insaciables oídos. En lanzamientos de discos de escaso minutaje los aussies son expertos, habiéndose decantado en númerosas ocasiones por este formato. Juntándolos todos y añadiendo los discos compartidos o splits que pueden también encuadrarse como ep’s,  la discografía de Tzun Tzu está completa con el lanzamiento en 2012 del larga duración que lleva el nombre de la banda y de una tacada tenemos su obra íntegra desde que comenzaron su andadura en el lejano 2003. Para el «The Forbidden City» la producción es enérgica y lúcida, con todos los instrumentos muy bien distribuidos y calibrados. La portada es atractiva por el uso muy inteligente de los colores revitalizantes que rodean al León de Fu, protector de la Ciudad Prohibidad de Pekín. Buen dibujo tradicionalista de Alissa Rindells. La grafía es idónea reflejando la filosofía oriental que sustenta al combo, ya percibida no sólo en las letras sino también en la génesis del nombre de este proyecto artístico musical. Despiece va.

Las guitarras son dúctiles y percutoras proyectando riffs supraveloces puenteados con ritmos de medio tiempo. La lentitud surge de manera puntual bien compactada. Los solos a las seis cuerdas se desarrollan con eficacia y pronta transmisión emocional en las partes finales de las composiciones, desdoblándose en el corte ‘Ko’Muso‘ que cierra el álbum.

Las voces proceden de un purgatorio de almas perdidas, señales de ayuda de los condenados en el campo de batalla de la muerte con uso de una sangrante guturalidad.

La batería recorre el ataque sonoro con demencial celeridad sin obviar ritmos más pausados en una labor sensacional de Alan en la batería y doble bombo, resultando algo más previsible a los platos. Nada que reprochar al sonido de golpeo en los parches. Remarcar por último en este apartado el hábil empleo de la caja en el corte ‘Kunoichi‘, segundo del redondo.

El bajo goza de completa sensorialidad, estando muy bien dimensionado. Sus cinco cuerdas expiden «metal muerto» a conciencia en perfecta alianza con el resto de instrumentos. Los seguidores a su magno sonido no se sentirán defraudados.

Lógicamente debido a su corta duración los tres momentos del ep son destacables por su intensa y variada escritura sonora. Sería injusto apartar alguno de ellos en detrimento de otro.

Eso sí, oído especial a los hermosos sonidos de la cítara y el dizi chinos en los temas ‘Kunoichi‘ y ‘Ko’Muso‘ respectivamente.

Ejemplo de «metal muerto» imbuído de filosofía oriental, con originalidad más allá de cualquier pragmatismo soterrado.

Nota: 8
Autor: Suicider

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