
El llanto del báratro. Casi nadie desea estar aquí y, sin embargo, este lugar de pesadilla se encuentra a rebosar de presencias ruines en una inmunda localización fuera de todo emplazamiento imaginable. Rincones expandidos preternaturales repletos de almas errantes en la comparecencia penitencial de un tiempo maldito dentro de un puño de hierro y fuego retienen a las ánimas así envilecidas con la ceniza de falanges prensiles que se cierran como cerrojos deshuesados torturadores de aquel que emplea sañudamente unas manos bestiales habituadas a la muerte. Los gritos se funden con las lágrimas de sangre que manan incesantes de cuencas vacías en algunos casos o de millones de ojos desorbitados en otros. Brotan escarlatinosas, remembrando lo que una vez sucedió quizá en una desviada vida descuidadamente abandonada, encontrando un último aliento en el cubo podrido de la existencia adimensional sin longitud, altura ni peso de la cual es imposible salir.
El disco de hoy, lanzado el 25 de abril de 2025 en formato cedé, vinilo y digital a través del sello germano Sepulchral Voice Records, es el segundo larga duración del terceto hispanoalemán Sijjin (En lo más profundo del infierno) titulado «Helljjin Combat» (El combate de los espíritus tartáricos), practicantes de Metal Muerto y Apaleador desde 2019. Sus integrantes acumulan una importante trayectoria en el mundo de la música extrema en formaciones como Legen Beltza (La ley oscura) -guitarrista y baterista concretamente- o Drowned (Ahogado) -vocalista/bajista-.
La portada refleja en un cuadro expresionista la tortura alienada a la que son sometidos los habitantes del inframundo. El grupo basa su inspiración musical en la mitología sumeria -visibilizada en las letras y el propio logo de la banda- junto al horror consecuente del mal en la zona conocida como Irkalla, el lugar a-da donde residen las psiques de los muertos asociado a la entidad del dios monstruo Asag, propagador de la no vida y la enfermedad.
Las canciones suman un total de 8, con una duración similar en torno a los cinco minutos, a excepción de ‘Fear Not the Tormentor‘ (No sientas miedo del atormentador) que abre el álbum con unos 08:35. El minutaje íntegro del álbum depara en su conjunto 48:49.
La producción analógica – grabada en los BlackStorm Studios de la localidad vizcaína de Karrantza y masterizada en los alemanes Temple of Disharmony Studios– es un río transparente de instrumentada perfección. Los ritmos a escuchar oscilan entre los tiempos lentos, medios y medios rápidos -éstos en menor medida-, fluidamente ensamblados.
La voz mantiene inteligiblemente sostenida un tono letal de prurito cavernoso, sin explorar otras opciones tímbricas paralelas a lo largo del álbum.
Las seis cuerdas brillan con la refulgencia propia de un paraíso de ángeles caídos sobrevolando compasivamente el voraz cerebro del escuchante, impulsado hacia el Metal prometido con una arrebatada emocionalidad carmesí. Los solos por sí mismos abren puertas desconocidas hacia el más allá mediante una técnica diabólica de efecto inmediato.
El bajo -de estilo belloniano- supone un pilar sonoro de primer orden, pautal y comprometido con su génesis primordial en un claro ejemplo de cómo su ejecutante, también asumiendo la parte vocal, se maneja con la idea del despertar de una conciencia artística que ofrece el máximo de sus posibilidades a las cuatro cuerdas.
La batería, a los parches, los platos y el doble bombo, se une a su hermano rítmico en una resonante actividad perspicaz e impresiva sobresaliente. Destacar, para terminar, el intervalo deconstructivo del tema ‘Religious Insanity Denies Slavery‘ (La locura religiosa niega la esclavitud) y el inicio de la canción apertura ya citada ‘Fear Not the Torment‘ por su inclinación netamente AC/DC.
Coda: un disco infernal de célicos resultados de fe.
Nota: 8.
Autor: Deader.
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