Crítica: Crawl – Altar of Disgust (2024)


La cantidad de zombies que se congregaron en la iglesia era abrumadora. Cada vez iban llegando más, comenzando a apilarse, como si de un puñado de sacos de carne podrida se tratase. Los que se encontraban abajo, no tardaron en reventar. Sus vísceras, cerebros y sangre se esparcieron por las enormes losetas. Comenzaron a emitir un gutural y extraño quejido, no escuchado jamás hasta ese momento. ¿Qué estaba ocurriendo por sus casi catatónicas mentes?…
Bienvenidos al universo de Crawl.

Transcending Obscurity Records lanzará el próximo 3 de mayo de 2024 el segundo Larga Duración de los Death metaleros Crawl. El redondo se llamará «Altar of Disgust».

La alineación del grupo es: Joachim Lyngfelt (voz), Martin Sjögren (guitarra), Ämir Batar (batería), Ragnar Hedtjärn Ullenius (bajo).

Cada día me interesan menos las bandas que usan y abusan del HM2 con la intención de sonar exactamente igual que la primera hornada de conjuntos de «Metal Muerto» de Estocolmo. La cantidad de clones que hay con las mismas características e influencias es ya insultante. Esto no quiere decir que quienes deciden deliberadamente parecerse en exceso a los primeros Entombed o Dismember vayan a hacer malos trabajos. Sin embargo, lo que desde luego significa es que de originalidad no es que vayan escasos, es que no existe ni el más mínimo ápice. Con Crawl ocurre exactamente eso: L.P correcto y cero personalidad. Sé que a muchos de vosotros os gusta este tipo de propuestas, pero en mi caso, hoy por hoy y cada día más, me quedo con lo originales antes que con las copias.

Respecto al disco en cuestión, poco tengo que decir después de la parrafada con guiños de descripción que ya habéis leído. Una vez le deis al play a «Altar of Disgust» no tendréis sorpresas ni para bien ni para mal. O sea, más y más de lo mismo.

Las crujientes y oscuras notas que salen de las «hachas» Martin Sjögren se introducirán en vuestra alma hasta corromperla por completo. No os voy a describir sus bondades a estas alturas de la reseña.

Obviamente, tampoco hay sobresaltos en el apartado vocal. Buenos growls se marca Joachim Lyngfelt. Como único apunte, tengo que recalcar que de forma anecdótica, se atreven con guturales agudos rasgados  en ‘Into Sordid Rifts‘.

El bajo cobra presencia en ‘Where No Light Escapes‘ y ‘Until They Crawl‘. En el resto de tonadas, pasa más bien desapercibido.

En la percusión hay un buen equilibrio entre celeridad y contundencia. No abusan de ninguna de las dos caras de la misma moneda.

Destaco la anteriormente mencionada ‘Into Sordid Rifts‘ por mostrar tímidamente ramalazos blackers tanto en cuerdas vocales como en instrumentos.

El Elepé de hoy es compacto sí, aunque no deja de ser un álbum más, que pasará más temprano que tarde al olvido colectivo.

Nota: 6
Autor: Chus

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