Crítica: Gutslit – Carnal (2023)


Sus extremidades mostraban una cantidad de ramificaciones, todas ellas creadas a base de cadáveres. Unos en avanzado estado de descomposición. Otros, tan solo eran un puñado de huesos que por una extraña razón no dejaban de estar unidos. Se miraron mutuamente por unos segundos. El corazón le latía tan fuerte que pensaba que moriría antes de que el engendro lo asesinase. De repente, se levantó y comenzó a correr hacía la salida. Si conseguía escapar, podría sellar la sala y acabar con el monstruo. Sin embargo, no fue así. El monstruo lo atrapó de inmediato. Comenzó a absorberlo. Mientras ocurría, el dolor era inenarrable. En aquellos agónicos instantes, no pensó en seres queridos. Tan solo le invadió una sensación de frustración y tristeza enormes, envuelta en un poderoso deseo de supervivencia. No obstante, era consciente de que ya estaba acabado…
Bienvenidos al universo de Gutslit.

Los Brutal Death metaleros Gutslit volverán a la carga el próximo 7 de julio de 2023 con su nuevo trabajo llamado «Carnal».

Su line up es: Aaron Pinto (batería), Gurdip Singh Narang (bajo), Prateek Rajagopal (guitarra), Aditya Barve (voz). Es necesario comentaros que cuentan con la colaboración de Julien Truchan (Benighted) metiendo voces en ‘Bind Torture Kill‘.

Seis largos años han pasado desde que los de India lanzaran «Amputheatre». Después de tanto tiempo, la verdad es que pensaba que no veríamos aparecer material nuevo del conjunto. Gracias a Odín eso no será así. Mientras que otros conjuntos de «Metal Muerto Brutal» parece que quieren convertirse casi en una parodia, ofrendando una propuesta, en el peor sentido de la frase, pasada de vueltas, Gutslit saben perfectamente como hacer las cosas. Camaradas, no voy a aventurarme a soltar algo como que «Carnal» es el mejor disco del género ya mencionado del año, mas sí afirmo con total convicción que es uno de los mejores. Raro será que aparezca algo al mismo nivel de calidad.

Las seis cuerdas enfermizas a la par que adictivas os partirán en dos. Los riffs son toda una trituradora de carne humana que llegan a sorprender por sus leves y anecdóticas inclusiones de técnica extra. Asimismo, degustaréis de embistes de tremolo picking, los cuales no pueden ser más malvados, además de apariciones de dobles armonías o latigazos groove o slam. El broche de oro lo pone una lead guitar que corta la respiración. Eso sí, os advierto que su aparición es ínfima, aunque la hacerlo…. ay madre, qué alegría.

Los registros vocales son un ejemplo de versatilidad. Tenemos growls profundos, otros más entendibles, guturales agudos rasgados y cortas apariciones de pig squeal. ¿Qué más podemos pedir?

Demoledora es la percusión. Poca broma con la labor de Aaron Pinto. Si buscáis celeridad y giros de dirección, vais a quedar más que satisfechos.

Para qué andarse por las ramas. Destaco el disco entero. Gran retorno que la escena extrema tendrá la obligación de festejar y alabar.

Nota: 10
Autor: Chus

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