Crítica: Nukore – One Minute Silence (2020)


Tan solo pedía un maldito minuto de silencio. Necesitaba pensar en lo que acababa de ocurrir. Por el amor de Dios, el asunto se nos había ido de las manos. La tarea era bien sencilla: encontrar a aquel tipo, darle un par de golpes para que viera que íbamos en serio y volver a por él en dos días para recoger el dinero que debía. No nos costó encontrarlo. El muy desgraciado ni tan siquiera sabía ocultarse bien. Estaba en su casa… ¿Se puede ser más tonto? Ahí es el primer lugar donde todo el mundo iría a buscarlo. Entramos a la fuerza en el piso. No le dio tiempo a escapar. Lo agarramos y le golpeamos un par de veces en la cara y en el estómago. El problema es que después lo empujamos. Tuvo tan mala suerte que se cayó, dándose en la nuca con una mesa demasiado baja que tenía en el salón. Murió en el acto. Ahora somos nosotros quienes tenemos un problema. Necesitamos conseguir el dinero como sea para el jefe y de paso limpiar nuestro rastro para que no se nos relacione con lo que había pasado…
Bienvenidos al universo de Nukore.

«One Minute Silence» – como el nombre de la banda de los 90, ¿os acordáis de ellos? – es el título del que será el cuarto L.P de los Rap metaleros Nukore. El disco verá la luz el 14 de febrero de 2020 gracias a Blood Fire Death. Antes de seguir con la reseña, tengo que comentaros para aquellos que os estéis rasgando las vestiduras viendo algo así en Broken Tomb, que la inclusión de un combo de estas características es algo anecdótico y puntual. No hemos cambiado ni cambiaremos nuestros parámetros. Dicho esto, pasemos a la estructuración típica de reseña ¿vale?

El line up de los de Vitoria – Gasteiz es: Aitor Asso (voz), Ander Martínez – Olaskoaga (guitarra y voces), Unai Perales (bajo y voces), Rafael Battaglia (batería).

No habrá una persona menos adecuada en este mundo para realizarle la reseña al cuarteto en cuestión. NO me gusta para nada el género que ejecutan, así que la total escucha del nombrado Elepé me ha resultado una completa tortura. Ahora bien, es necesario que durante el resto de la crítica deje de lado mis gustos personales y sea lo más objetivo posible. De entrada, no creo que el trabajo sea ni mucho menos malo. Nos topamos ante unos aproximados 23 minutos de música honesta e indudablemente intensa, donde los acérrimos a propuesta similares disfrutarán sobremanera. La producción es contemporánea e impoluta, mientras que la portada resulta efectiva y directa.

Destensados, obsesivos y punzantes resultan los riffs. Las «hachas» de Ander nos devuelven directamente a tiempos pasados, donde las perillas y los chándals Adidas se gastaban en este mundillo.

Clean vocals rabiosas sin más. Ni trampa ni cartón, tan solo esto que os comento existe en lo que a registros de garganta se refiere.

Las cuatro cuerdas sin hacer nada del otro mundo tienen presencia y eso es de agradecer.

Excepto en la inicial ‘Black Friday‘ donde introducen un leve atisbo de up tempo, los parches van de forma perpetua a medio gas.

Destacaría la antes nombrada ‘Black Friday‘ precisamente por exhibir el único resquicio de celeridad de todo el disco.

Nada, amigos de las rimas iracundas y la ropa deportiva, este Larga Duración está hecho para vosotros.

Nota: 6
Autor: Chus

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