Mientras que el poderoso hechicero comenzaba el ritual, sus fieles guerreros hacían frente a la horda de monstruos provenientes de otra dimensión. El ejercito lo capitaneaba Karran. Éste, era un hibrido entre ambas especies. No contaba con la confianza de todos, pero había demostrado con creces su amor hacia la Tierra y la raza humana. Tanto él como el resto de su pelotón, sabían que una vez se abriese el pórtico dimensional todos serían arrastrados al denominado «Limbo Infinito» excepto el chamán, que debería cerrarlo. Sin embargo, el sacrificio valía la pena. Estaba dispuesto a pasar toda la eternidad en aquella prisión espacio temporal si con ello sus seres queridos tenían una oportunidad de prosperar en paz. De repente, la textura de la realidad misma comenzó a resquebrajarse. El brujo había conseguido acabar con éxito su hechizo, salvando, al menos de momento, a la Tierra y sus habitantes.
Bienvenidos al universo de Massacre.
No hace mucho, leí por internet la noticia de que Massacre haría un tour tocando su álbum debut. Ante tan increíble buena nueva, no he podido resistirme a escribir esta reseña. Sinceramente, más que crítica la considero homenaje a uno de los discos que sin duda es y será una de las piedras angulares del Death Metal. Ahora bien, ¿qué os parece si hacemos un breve repaso histórico?
En marzo de 1991, Kam Lee (voz), Rick Rozz (guitarra), Terry Butler (bajo) y Bill Andrews (batería), – actualmente, Mike Mazzonetto se encarga de aporrear los tambores- se metieron en los Morrisound Recording junto con el productor Colin Richardson. Tres meses más tarde, el mundo vio nacer a su primer y mítico Elepé «From Beyond» vía Earache Records.
Las cualidades del redondo, se basaban en unos riffs que salían despedidos a la velocidad de la luz, junto a unos parches que sabían perfectamente, al igual que el eslogan de cierta marca de neumáticos, que la potencia sin control no sirve de nada. Mención aparte merecen los punzantes solos. Tal vez no serán un alarde de técnica, mas siempre consiguen poner la piel de gallina. Obviamente, y partiendo de que hablamos de un estilo que aún en aquellos momentos se encontraba en estado embrionario, las claras influencias del Thrash más salvaje estaban realmente presentes. Respecto a la producción… que os voy a decir. Para mí es así como siempre debería sonar el «Metal Muerto». O sea, denso y grueso. A su vez, la icónica portada creo que está grabada en la retina de cualquier seguidor de este género. ¡ESPECTACULAR!
El asalto se abre con la despiadada ‘Dawn of Eternity’. Este track pone de manifiesto de que pasta está hecha la banda. Le sigue ‘Cryptic Realms’, enarbolando la bandera de la contundencia.‘Biohazard’ llega a sorprender en su recta final gracias al uso del down tempo, mientras que el arranque oscuro y siniestro de ‘Chamber of Ages’ nos pondrá siempre la piel de gallina. Pasamos a la canción que le da nombre a este Long Play. El cambio de dirección que aparece sobre la mitad de la susodicha es simplemente magistral. Con ‘Defeat Remains’ las cosas no van a su sitio hasta que no irrumpe esas seis cuerdas veloces en el meridiano de la tonada. Confieso que sin duda para mí es el corte menos bueno de todos. Curiosamente, después llega mi canción predilecta. Ésta no podía ser otra que ‘Succubus’. Todo tiene un fin, y este asoma con las sanguinarias ‘Symbolic Immortality’ y ‘Corpsegrinder’. Al llegar al finiquito de los 38 minutos con 24 segundos, no creo que exista ningún Metalhead que deguste estas sonoridades que no tenga el cuello completamente destrozado de hacer headbanging. Hermanos, ya no se hacen discos como este, y los que lo intentan en pleno 2019 no termina de cuajar completamente. Bendita sea la auténtica Old School.
Yo de vosotros haría lo que fuera por ver esta gira. ¡LARGA VIDA AL DEATH METAL!, ¡LARGA VIDA A MASSACRE!
Nota: 10
Autor: Chus
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