Crítica: Vistery – Death is Dead (2018)


El circulo, compuesto por un pequeño coro de personas ataviadas con pesadas túnicas blancas no paraba de dar vueltas mientras recitaba cada vez más alto los pasajes del denominado Libro De La Vida. En medio de la circunferencia humana, se encontraba Charles. El joven brujo, había sido entrenado tanto física como espiritualmente para enfrentarse contra la parca. Al acabar el hechizo, el elegido desapareció del plano astral de los humanos para internarse en el reino de las sombras. Al llegar, una atmósfera densa y cargada le impedía respirar correctamente. Frente a él se encontraba la mismísima muerte. Charly sonrió levemente al verla. Cumplía con todos los tópicos que se habían dicho de ella a nivel estético. Ésta se levantó de su trono de huesos, blandiendo una enorme guadaña. El chico se abalanzó hacia la horrenda figura. De repente, y gracias al dominio de las artes arcanas, apareció en su mano derecha una espada de luz. Si conseguía vencer al monstruo, la inmortalidad dejaría de ser una ilusión…
Bienvenidos al universo de Vistery.

Los Death Metaleros Vistery, publicaron de forma independiente el 15 de junio de 2018 su tercer trabajo «Death Is Dead».

El grupo lo forma: Alexander Volvachev (bajo), Alexey «Wicked» (guitarra), Ivan «Paranoid» (voz), Sergiy «Def» (batería), Kirill Vladimirov (guitarra).

No os voy a engañar, este disco no me ha gustado absolutamente nada. Las tonadas son contundentes pero carentes de chispa. Sin embargo, lo que los ha salvado de la quema, han sido unas estructuras poco vistas en este género que salpican generosamente el asalto, y unas líneas de bajo a tener en cuenta. Para que os hagáis una idea, los de Bielorrusia entran dentro del saco de bandas que sacrifican la velocidad en pos de una mayor pegada. Al decir esto, seguro que se os pasa un par de vacas sagradas del mundillo por la cabeza, pero nada más lejos de la realidad. Por otra parte, tampoco se les puede negar que tienen una forma muy personal de crear «Metal Muerto». En lo que a producción respecta, de ninguna manera es nefasta, mas no me ha terminado de convencer. Con la portada, y el título del Elepé me han ganado. Buen concepto y artwork.

Como más o menos ya he dejado de caer, las seis cuerdas son mastodónticas y oscuras. No renuncian a las dobles armonías ni a los riffs a una cuerda, pero no es algo de lo que abusen, todo lo contrario.

Sorpresas cero en el apartado vocal. Growls insidiosos a troche y moche.

Los parches son sólidos y pesados, con unos buenos cambios rasantes de rapidez si se da el caso.

Ojito a las bass line. Gracias a Odín, las cuatro cuerdas no quedan eclipsadas como suele ocurrir siempre.

Destacaría ‘Butchery’ por ser el tema más violento de todos.

El álbum que hoy ocupa estas líneas no creo que haga que nadie llegue a tirar cohetes al escucharlo. A pesar de ello, el quinteto, solo por sonar a ellos mismos merecen ser aprobados.

Nota: 6
Autor: Chus

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