Crítica: Decrepisy – Deific Mourning (2025)


La discoteca Jet Set de Santo Domingo. Pasadas las 12 de la noche del 8 de abril de 2025 colapsó el techo de la discoteca Jet Set de Santo Domingo -capital de la República Dominicana, con más de un millón de habitantes-, provocando más de 220 fallecidos y decenas de heridos. El suceso se produjo en plena actuación de uno de los artistas más reconocidos de merengue -estilo musical y dancístico caribeño originario de la R.D. a mediados del S.XIX- cuando llevaba cantadas unas seis composiciones, momento en el que el cielorraso de la discoteca comenzó a desprenderse y dejar estelas de polvo en medio de la pista de baile, circunstancia previa al desplome total de la estructura. Una de las sobrevivientes de la tragedia pudo salvar la vida al ir al baño cuando minutos antes bailaba en la que posteriormente se convertiría la zona cero del derrumbe. Entre los más de dos centenares de fallecidos se encuentra el vocalista principal del concierto con una edad de 69 años. Su hija, participante en la actuación, fue rescatada milagrosamente junto a su esposo cuando todo se vino abajo mientras sonaba la célebre canción <<De color de rosa>>. La discoteca Jet Set se fundó en 1973, convirtiéndose a partir de su inauguración en una de las más visitadas de Santo Domingo.

El disco de hoy es el larga duración «Deific Mourning» (Luto deífico), segundo trabajo en este formato del cuarteto estadounidense Decrepisy (Dolencia debilitante), practicantes de Metal Muerto desde 2019 -para esta ocasión han contado con la colaboración añadida de la vocalista y multiinstrumentista participante en proyectos como Vastum (Desperdiciar) e Ionophore (Ionóforo) en el uso puntual de voz y sintetizadores-, sucediendo a su primer redondo «Emetic Communion» (Comunión emética) del año 2021. La fecha de lanzamiento de éste su nuevo trabajo fue el 28 de marzo de 2025 en cedé, digital, vinilo y casete a través del sello americano Carbonized Records.

La portada es un retrato mortal de atribulada consternación implacable con una utilización gravosa de colores oscurantistas. La lista de composiciones la forman un total de 7 canciones con un minutaje que sobrepasa los cinco minutos por temas, siendo la pieza final ‘Afterhours‘ (Destiempo) la que alcanza una mayor duración con 08:51. La escucha total del álbum supone un total de 44:51. La producción es firme y muy bien compartimentada, con un toque apreciable de sello añejo en su precisa ejecutoria. Los ritmos fabricados son muy lentos en los pasajes atmosféricos de pertinente implementación, lentos y medios.

La voz principal es generosa en su abisal e inspirada hosquedad de inteligible tesitura.

Las guitarras despiden un sabor a antigüedad vaporosa y sacrílega, con una conexión palpable al marcado género muerto de los años ochenta convenientemente actualizado a día de hoy. Los solos están canónicamente rubricados.

En esta reseña, la batería a los parches, los platos y el doble pedal aventaja a su hermano rítmico del bajo por la preponderancia en las partituras marcadoras en cuanto a sentido, sensibilidad y audición. Se nota la marcha de su bajista original, encargándose actualmente de las cuatro cuerdas el vocalista/guitarrista rítmico en una triple faceta para la banda durante la grabación de «Deific Mourning». Aún así, hay instantes bajísticos disfrutables en tramos lentos del tema homónimo del álbum o en ‘Corpseless‘ (Sin cuerpo).

Coda: un disco plausible desde un más allá de dolor y pesadumbre netamente inhumanos.

Nota: 7.
Autor: Deader.

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