Crítica: Frostbite – Relentless Grief (2024)


…Entonces la sombra comenzó a agrandar, tomando la forma de un ser que desde luego no encajaba con el de la persona que la hacía. Los presentes no tardaron en percatarse de ello, quedando paralizados de terror. Entonces, el rostro del joven comenzó a cambiar. Su sonrisa, que hasta ese instante había sido cálida y cercana, se tornó macabra. La silueta acabó por formarse, pudiéndose ver de forma clara la figura de un diablo. En ese instante, comenzó la masacre de almas…
Bienvenidos al universo de Frostbite.

El segundo Larga Duración de los Black Death metaleros Frostbite, vio la luz el 1 de noviembre de 2024 gracias a Black Lion Records. El redondo tomó el nombre de «Relentless Grief».

La alineación del conjunto es: Max Allard (guitarra y voz), Stef Deschênes (bajo), Kévin Lampron (batería). Cabe resaltar que han contado con varias colaboraciones como la de Tony Collin o Branislav Panic, aportando faena en la lead guitar. También dejó su impronta Ophélie Gingras con sus teclados y orquestaciones. Asimismo, es imposible olvidar a Simon Gauthier con un solo de bajo en el track 8.

Bueno, a ver como encaro la reseña camaradas. A ver, no pienso suspender el disco en cuestión, ya que creo que objetivamente no le falta calidad. Sin embargo, tengo que confesaros que me ha resultado excesivamente edulcorado. La propuesta de los de Canadá se basa en ofrendar toneladas de melodías. Tal cosa no es que sea mala, es que a un servidor le terminó por empachar. Los tracks se van sucediendo uno tras otro, y la sensación de que todos y cada uno de ellos van a reventar en un alarde de agresividad no desaparece jamás. El problema, es que esa tan ansiada violencia sonora no termina de llegar jamás. Donde no puedo poner ni una mala pega, es tanto en la producción como en el artwork. Ambas cosas están a una gran altura.

Las «hachas» son perpetuamente melodiosas. Se construye a base de dobles armonías y algún que otro ataque de tremolo picking. Por otro lado, la guitarra solista exhibe una precisión excelente.

La furia que le falta a la música les sobra a las voces. No esperéis concesiones en este apartado camaradas.

El bajo hace acto de presencia a lo largo y ancho del Elepé. Buenas bass line vais a catar sí señor.

Respecto a la percusión, si bien no se olvidan de pisar el acelerador a fondo cuando es necesario, lo que prima son los mid tempos.

Omnia Perit‘ es la tonada que más llamó mi atención. No sé a qué esperáis para escucharla.

Si os va la propuesta del power trio disfrutaréis con el Long Play que hoy os he comentado. Si por el contrario deseáis algo más potente, mejor que no os acerquéis.

Nota: 6,5
Autor: Chus

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