Crítica: Golgata – Temple (2020)


Conforme comenzaba a anochecer, el joven de anciana alma observaba con mirada fija la cada vez fácil de observar luna. Los recuerdos le asaltaban la mente, golpeando con fuerza en la misma base de su ser. Cada día que pasaba, era más consciente de que en los últimos años no había creado recuerdos nuevos y buenos. La mejor parte del día era cuando descansaba y caía en brazos de Morfeo. Éste, lo llevaba a nuevas situaciones, nuevos mundos, nuevas esperanzas. Porque, ¿qué sentido tenía la vida si no había metas que alcanzar o risas que rememorar?…
Bienvenidos al universo de Golgata.

El 30 de noviembre de 2020, los Black/ Melodic Black metaleros Golgata lanzaron su segundo álbum llamado «Temple» gracias a Satanath Records.

Al proyecto le dan vida: S (guitarras), N (bajo, voz y guitarras).

Correcto trabajo el del dúo sueco. No se podría decir bajo ninguna circunstancia, que la tan temida y alargada sombra de la mediocridad compositiva llegue a alcanzar las 8 composiciones que forman el Elepé en cuestión. Sin embargo, sí que es cierto que a pesar del claro talento que atesoran, no despuntan todo lo que debieran dentro del inmenso saco donde conviven millones de agrupaciones de «Metal Negro». Sus puntos fuertes se basan en unir sentimientos de melancolía e ira de muy buenas maneras. Todo ello, por supuesto arropado bajo un pesado manto de oscuridad insana. Asimismo, la producción es cruda sin llegar a ser ni de lejos una maraña de ruido inentendible. Lo que no puedo perdonar es el artwork. En serio, ¿otro bosque exhibiendo una inmensa luna enrojecida? Qué vivan los clichés…

Perpetuamente dramáticas y furiosas se presentan las seis cuerdas. Logran dichos atributos gracias al uso de dobles armonías, ataques sin cuartel de tremolo picking y leves pinceladas de pasajes pausados.

Los predominantes shrieks, comparten espacio sin pega alguna con anecdóticas clean vocals susurradas y corales, tanto masculina como femeninas. Además, cuando menos lo esperéis, deciden regalarnos un registro de corte más profundo.

La percusión es gratamente variable y dinámica. Tenemos de todo, desde «golpes relámpago» hasta up y mid tempos.

Recalcaría ‘Råttfångarens dans‘ como lo mejor del álbum. ¡Menudo zambombazo sónico camaradas!

Tal vez a mí no me haya llamado demasiado la atención, mas puedo prometer y prometo que no merecen menos de la nota que veréis más abajo. Catadlo, hacedme caso.

Nota: 7
Autor: Chus

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