Crítica: Gravespawn – The Elder Darkness (2020)


Por feroz que fue la defensa del castillo, el ejército de muertos vivientes capitaneado por el malvado brujo Kragg consiguió conquistarlo. Éste, al acabar la contienda, usó las cabezas de las víctimas para ensartarlas en largas lanzas. Después las colocó alrededor de la fortaleza haciendo un macabro circulo. Los pocos supervivientes fueron usados como esclavos hasta que murieron de agotamiento e inanición. Mientras tanto, al antiguo rey del lugar, encerrado en una mazmorra junto con su esposa, eran violados por los podridos siervos del hechicero…
Bienvenidos al universo de Gravespawn.

El 21 de marzo de 2020, salió al mercado gracias a Satanath Records el tercer Elepé de la Ona Man Band de Black Metal Gravespawn titulado «The Elder Darkness».

Si os estáis preguntando quien es el hombre que está detgrás del proyecto, la respuesta es Reaver. Obviamente, se encarga de todos los instrumentos y las voces.

Nunca he sido defensor de los teclados, sino más bien todo lo contrario. Sin embargo, y a pesar de que éste está perpetuamente presente en todos los cortes que conforman el plástico que hoy os comento resultándome cuanto menos molesto, he de confesar que el nivel de composición es tan alto que no me ha quedado de otra que aprobarlo y encima con nota. Cuando la maldad más insana se junta con el dinamismo más genial nada puede ser realmente malo. 
Con la producción y el «Metal Negro» ya se sabe. Efectivamente, sin llegar a ser inentendible, el sonido es sucio y algo embarullado. De artwork… bueno.. he visto portadas mejores.

Frialdad extrema en cada nota que desprenden las seis cuerdas. Sus señas de identidad son: disonancias infernales, dobles armonías y dramatismo cuando la ocasión lo pide. Si alguien duda de que además de todo lo que acabo de decir faltan embistes de tremolo picking que dejan destrozado al más pitado es que está loco.

Registros vocales de ultratumba os helarán el alma de tal forma que jamás volveréis a ser los mismo.

Sin hacer nada del otro mundo, las cuatro cuerdas hacen acto de presencia a lo largo y ancho del álbum.

En otro orden de cosas, la percusión se puede calificar de furibunda y gratamente variable. Enormes «golpes relámpago» comparten espacio con mid y up tempos de la mejor manera que se pueda imaginar.

Me llamaron especialmente la atención ‘Sons of Mars‘ y ‘Curse of the Ruins‘. Ah antes de que se me olvide, el Long Play lo cierra una muy personal versión de ‘Die by the Sword‘ de los maestros de Thrash Metal Slayer.

El de Estados Unidos sabe lo que se hace. Echadle un oído.

Nota: 7,5
Autor: Chus

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