Crítica: Colosso – Apocalypse (2019)


El cielo se encapotó con unas nubes corinto. La actividad eléctrica era impresionante. La tormenta no tardó en estallar con todo su furor. El líquido que caía en el suelo no era otra cosa que sangre. De repente, apareciendo de la nada, llegaron los cuatro jinetes del apocalipsis. El día del juicio final había llegado. De nada servía ahora las suplicas y los arrepentimientos. Los heraldos del caos se encargarían de que todas las almas fueran exterminadas. Sin embargo, no habría el posterior juicio y la prometida resurrección. El Todopoderoso había decidido empezar de cero. Comprobó durante miles de años como la raza que había creado tenía el alma corrupta desde el mismo momento de su nacimiento, considerando que lo único que podía hacer era aniquilarla por completo…
Bienvenidos al universo de Colosso.

El 14 de febrero de 2020, los Death metaleros Colosso lanzarán gracias a Transcending Obscurity Records su nuevo E.P «Apocalypse».

La formación la compone: Max Tomé (guitarra y voz), Robin Stone (batería), Alexandre Ribeiro (bajo).

A veces, y solo a veces, lo diferente o fresco no es bueno, o al menos no tanto como debiera. El power trio de Portugal exhibe a lo largo de todo el Extended Play una forma muy personal de ejecutar «Metal Muerto». Sin duda, enarbolan la bandera de la originalidad y la oscuridad como nadie. No obstante, a título netamente personal, las composiciones me han resultado más bien tediosas. La inicial ‘Pestilence‘ con sus ocho minutos y catorce segundos de duración, debido a su falta de dinamismo se hace eterna. Tampoco ayudó las clean vocals en la obsesiva y «moderna» ‘Death’. En resumidas cuentas, malos no son ni mucho menos, mas una mayor dosis de fuerza y menos, por decirlo de alguna forma, innovación hubiese venido mejor. La producción es intachable, al igual que el artwork.

Siniestros hasta extremo, pero ante todo auténticos son los guitarrazos de Max. ¿Se puede hacer algo más demencial y poderoso? Yo creo que no.

Como os comentaba con anterioridad, los predominantes y poderosos growls conviven con voces limpias completamente anecdóticas.

Existen ráfagas de celeridad y «golpes relámpago», aunque lo que prevalece aquí es la contundencia a la hora de aporrear los parches.

Para ser honestos, ninguna tonada me ha resultado especialmente atrayente. A pesar de ello, echadle un oído a la final ‘Famine‘.

La mediocridad, gracias a Odín ha brillado por su ausencia. Que algo no me guste no significa que no tenga calidad y a estos tipos les sobra.

Nota: 6
Autor: Chus

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