Crítica: Mad-Era – ELECTRICMEGABLACK (2019)


Aquel cacharro de realidad virtual era una maravilla. Emulaba a la perfección otras épocas. Algunos lo usaban simplemente para jugar a absurdos juegos. Sin embargo, él prefería aprovecharlo para vivir en primera persona los sucesos que han marcado a la humanidad. Cada vez pasaba más tiempo inmerso dentro del mundo creado por el emulador. Casi sin darse cuenta, fue perdiendo de forma paulatina la cordura. Dos meses de uso intensivo después, prácticamente no podía distinguir la realidad de la ficción.  Dejó de ingerir alimentos. No solo pensaba que lo hacía dentro de la simulación, sino que a su vez se sentía saciado. Al vivir solo, no tener amigos y trabajar desde casa, nadie se percató de su estado. Acabó muriendo de inanición. No obstante, de forma misteriosa e inexplicable, sus recuerdos fueron asimilados por el infernal aparato. Había alcanzado la inmortalidad, viviría para siempre en un avanzado programa de ordenador…
Bienvenidos al universo de Mad-Era.

Gracias a la ayuda de Blood Fire Death, los metaleros Mad-Era lanzarán el 8 de noviembre de 2019 su segundo trabajo «ELECTRICMEGABLACK».

El grupo lo forma: Álex J. Álvarez (bajo), Robert Navajas (guitarra y voz), Luis Aguirre (batería).

Amigos de lo extremo, si sois de los que solo buscáis «golpes relámpago» y growls inmisericordes, mejor que dejéis de leer la reseña de hoy. Si por el contrario, y al igual que yo, lo mismo disfrutáis con Napalm Death que con Pearl Jam acabáosla. En mis tiempos, cuando comencé a oír Rock en cualquiera de sus variantes, la moda imperante era el Grunge. Mi generación se comió los últimos coletazos de un género que pienso que tan solo los que la vivieron de pleno o en su recta final saben disfrutar de verdad. A mis 12 y 13 años alucinaba con Nirvana, Alice In Chains, Soundgarden y similares. Luego me llegó Iron Maiden, los Metallica thrashers, Death y Morbid Angel. Fue ahí cuando de verdad, al oír los sonidos más radicales, disfruté a muerte de este mundillo. Eso no quitó ni quita que a día de hoy siga pasándolo en grande con el estilo salido de Seattle. He escrito todo eso, porque a más de uno le va a resultar cuanto menos extraño que realice la review al power trio de Madrid. Por otro lado, reconozco que obviamente el Elepé en cuestión se sale bastante de lo que es la página y pido perdón a nuestros lectores más acérrimos. Estaos tranquilos que no vamos a variar jamás el contenido. Aun así, y después de tanto divagar, ¿qué os parece si vamos a lo que interesa de una vez? Pues bien, el Elepé que hoy ocupa estas líneas nos transporta de golpe a los años 90. Las influencias de Pantera y la banda capitaneada por Jerry Cantrell y el tristemente fallecido Layne Staley son más que evidentes. Lo que llega a chirriar un poco son las pinceladas de Industrial, que a pesar de ser leves resultan completamente innecesarias. Las en todo momento dinámicas tonadas, fuerzan a que hasta el más escéptico siga el ritmo con los pies o cabecee, disfrutando de los 10 cortes que conforman el Long Play hasta el último segundo. A título personal, percibí un bajón de intensidad que no de calidad en la recta final del álbum, que de ninguna manera resta enteros al cómputo final. La producción es nítida y potente. Lo que para mí es un claro fallo ha sido el artwork. Portada sosa como pocas.

Las «hachas» son obsesivas, pesadas e incluso si es necesario pausadas. No faltan los armónicos más punzantes ni unos muchísimo más que correctos solos.

Con los registros vocales, en tan solo la feroz ‘Addiction’ podréis encontrar briznas de growls. Lo que aquí reina son unas clean vocals decadentes.

De forma perpetua y exclusiva, los tambores son aporreados a medio gas. Mención aparte merece el buen uso del doble pedal.

Destacaría ‘Addiction’ y ‘Melt’ por su potencia. Tampoco puedo obviar la intimista y relajada ‘The Power Of Healing’. Ni tan siquiera la maldita introducción de caja de ritmos puede echar a perder semejante temazo.

Recomendado para nostálgicos de décadas mejores y para personas que no solo oyen lo más radical entre lo radical.

Nota: 7
Autor: Chus

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