Crítica: Bloody Sadism – Eloquent Atrocity (2019)


En los buenos tiempos, el complejo fue una fábrica de recambios para coches. Con la llegada de la crisis terminó por cerrar. Pasaron varios meses antes de que Joe entrara en él. De inmediato, lo vio como el lugar perfecto para realizar sus planes. Ahora, parecía un matadero, solo que los cadáveres no eran de animales sino de personas. Había cuerpos putrefactos amontonados por todas partes. El suelo, cubierto bajo capas y capas de sangre resultaba rugoso. Si alguien le preguntase por qué lo hacía, la respuesta era bien simple: odio. Sentía un asco hacia la humanidad indescriptible. Al principio, sus víctimas eran individuos cercanos a él. Le habían hecho daño y tenían que pagar. Después, lo hacía por puro placer. La última desgraciada que cayó en sus manos no tendría más de 20 años. La torturó durante días hasta que decidió cortarla en pedazos. Primero un dedo, después otro… Al acabar, tan solo quedó unido al cuerpo la cabeza. Estaba seguro que si la hubiese conocido en una situación normal lo hubiese despreciado y humillado como hacían todo el mundo. Jamás cesaría de hacer lo que hacía. Solo la parca podría detenerlo…
Bienvenidos al universo de Bloody Sadism.

El 2 de octubre de 2019, Base Records Productions sacó al mercado el nuevo trabajo de la One Man Band de Slam Brutal Death Grind Bloody Sadism llamado «Eloquent atrocity».

El hombre que está detrás del proyecto, y obviamente encargado de todos los instrumentos y las voces es Pooyan Ahmadi.

Devastador resulta el debut del iraní. Madre del amor hermoso, como se las gasta este hombre. Básicamente, cuando le deis al play al disco en cuestión, os veréis inmersos en un torbellino de violencia y sadismo indescriptibles. Las tonadas, completamente letales están bien elaboradas, siendo sólidas todas y cada una de ellas. Sin embargo, el problema viene de la mano de la producción. En ocasiones, las seis cuerdas resultan demasiado, por decirlo de alguna manera, sintéticas. Además, el tratamiento que se le ha dado en ciertos momentos a la programación de la percusión puede resultar ridículo. No obstante, y a pesar de los fallos, el Elepé resulta disfrutable al 100%.

Como si el cuchillo de un serial killer se tratase, cada nota que sale despedida de las «hachas» resultan desgarradoras. Los riffs son fluidos y pesados hasta decir basta. Si la ocasión lo requiere, aparecen punzantes armónicos y pizcas ínfimas de técnica extra. De anecdóticas se podrían calificar tanto las dobles armonías como los ataques de tremolo picking. Existen, sí, pero aparecen muy poco. 

Los registros vocales se mueven entre los growls más profundos e inentendibles y los pig squeals. Tonterías en este apartado no hay ni una. Así da gusto.

Las bass line hacen acto de presencia cuando menos se espera. Siempre es de agradecer que las cuatro cuerdas tengan protagonismo.

Ya lo comentaba un poco más arriba. Los tambores os pueden resultar absurdos a veces. Eso sí, el dinamismo está fuera de toda duda.

Destacaría ‘Ecstasy’ y ‘Withered vaginal’. ¡Vaya tela, que salvajadas!

Estoy seguro que en próximos lanzamientos las flaquezas anteriormente mencionadas serán pulidas. Le auguro un gran futuro a este proyecto.

Nota: 6,5
Autor: Chus

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