Crítica: Cynic – Traced in Air – Remixed (2019)


Sabía que había perdido la cabeza. Se tiró al suelo en posición fetal. Rompió a llorar como si de un niño pequeño se tratase. Cada día de su vida había luchado contra unos profundos traumas que lo tenían completamente desgastado. Tan solo, deseaba que esos demonios internos dejasen de consumirlo de una vez. A veces, se preguntaba si aún le quedaba algo de alma…. Sabía que mientras viviese, daba igual cuantas pastillas tomase, ellos vendrían una y otra vez. De repente, una potente luz inundó el desvencijado piso donde se alojaba. ¿Aquello era real? Frente a él, flotaba una especie de engendro. El cuerpo del ente parecía una pantalla de cine. Podía verse todos los instantes donde lo habían roto en mil pedazos. Las humillaciones de su padre, la muerte de su madre, los enormes charcos de sangre… Todo estaba allí, formando una espeluznante película. El corazón comenzó a latir muy rápido. Tanto que acabó por pararse. Los flashes, aun estando clínicamente muerto duraron semanas. Vivió de primera mano su funeral. No había nadie que lo llorase. Para los demás, tan solo fue un espectro que paso sigilosamente por su lado. Después, al cabo de un tiempo, tan solo llegó la nada y con ella la paz…
Bienvenidos al universo de Cynic.

Season of Mist lanzó el 27 de setiembre de 2019 la remasterización del segundo trabajo de Cynic llamado en esta ocasión «Traced in Air – Remixed».

Su formación actual es: Paul Masvidal (voz, guitarra, guitarras sintetizadas), Sean Malone (bajo), Matt Lynch (batería).

En muchas ocasiones, – más de la que querríamos- las bandas que adoramos cambian de dirección musical. De normal, suelen suavizarse hasta el punto de llegar a ser casi irreconocibles. Sin embargo, existen conjuntos que, a pesar de la tan temida mutación, ofrendan una propuesta musical diferente, pero de igual o mayor calidad que la anterior. Es obvio que Cynic después de su debut en 1993 «Focus» varió radicalmente. Fue entonces, al salir «Traced in Air» en 2008, cuando muchos le dieron la espalda y otros disfrutaron su nueva proposición sonora. Todo atisbo de su antiguo Prog Death Metal había desaparecido de un plumazo, dando paso a un rock progresivo con tintes de Metal si la ocasión lo requería. En mi caso, tengo que decir que lo que ofrendaron en su día y ahora nuevamente con el disco que hoy ocupa estas líneas me parece toda una genialidad. Etiquetas aparte, el enorme ejercicio compositivo es toda una maravilla cargada de matices e intensidad. Y es que jamás es cuestión de agresividad o celeridad, sino de talento, cosa que al power trio americano les sobra. ¡Tremenda OBRA MAESTRA que no conoce de estilos camaradas! La producción es cristalina a más no poder. Por su lado, la portada, al igual que la música que el Elepé contiene nos transporta a otro mundo. 

En lo que a seis cuerdas respecta, la fluidez, la pasión y la calma se unen formando un monstruo imparable. Los solos son una maravilla que conseguirá tocaros la fibra más profunda de vuestro ser.

Metiéndonos de lleno en el apartado vocal, olvidaos de los growls. No hay ni uno. Las voces limpias campan a sus anchas, creando unas melodías superlativas.

De perfectas se podría calificar las bass line. Qué gustazo da poder oír unas cuatro cuerdas intrincadas y con personalidad.

Los parches van de forma perpetua a medio gas. No obstante, ante tanto cambio de dirección, ¿quién necesita blast beats?

Cierto es que todos y cada uno de los cortes son inmaculados. No obstante, he alucinado especialmente con ‘Integral Birth’. No tengo palabras amigos. Simplemente catadla.

Si sois de esos que solo disfrutan con la devastación sonora, posiblemente no os diga nada el plástico de hoy. Si por el contrario amáis la buena música en general, es una clara obligación que lo compréis.

Nota: 10
Autor: Chus

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