Crítica: Inert – Vermin (2019)


El pozo de la muerte lo llamaban. Centenares de cadáveres caían a diario en aquel profundo barranco. Sabía que tarde o temprano me arrojarían ahí. Lo mejor de todo, es que no me han asesinado, sino que me han roto de tal forma la columna que tan solo puedo mover el cuello. Si ante tremenda desgracia existe algo bueno, sin duda ha sido que a pesar del gran impacto no he sentido absolutamente nada. Bueno, para ser sinceros sí que me he percatado del crujir de mis costillas. Algunas se han clavado en los pulmones. ¿Moriré de inanición o tan solo me ahogaré en mi propia sangre? Lo segundo tal vez sea muy agonioso, pero a la larga es mejor que ir falleciendo de hambre y sed. Dios, ¿¡por qué no acabas ya conmigo!?
Bienvenidos al universo de Inert.

Los Death Metaleros Inert, vuelven a la carga después de tres largos años de espera con un nuevo trabajo bajo el brazo llamado «Vermin». El L.P en cuestión, saldrá el 28 de junio de 2019 vía Neckbreaker Records.

La formación ha pasado de ser un dúo a un cuarteto, compuesto por: Xavier Aguilar (guitarra), Gustavo García (voz), Paolo Cito (bajo), Martin Karlsson (batería).

Vaya tela. No sé si os pasará a vosotros, pero cuando algo me resulta tan increíblemente bueno no sé ni por dónde empezar. De entrada, el combo internacional, con miembros de España y Suecia han dado un paso de gigantes en su carrera. El disco en cuestión es toda una apisonadora. Las composiciones son directas y tremendamente dinámicas, donde el concepto originalidad no es algo desconocido. A ver, antes de que nadie se haga un lío, tranquilizaos que la experimentación es nula. Durante los cerca de cuarenta minutos de música, lo único que encontraréis será «Metal Muerto» a la vieja usanza con claras influencias de los primeros Dismember o Entombed, con la bendita peculiaridad de que no solo NO suenan manidos, sino que también llegan a SORPRENDER debido al tratamiento único en el uso de los armónicos, entre otras cosas. En resumidas cuentas, para este humilde redactor es sin duda uno de los mejores discos del año. Por supuesto, la producción está a la altura de las circunstancias, siendo cruda pero nítida. Tal vez, el talón de Aquiles sea el artwork. No obstante, al menos no es la típica portada de este tipo de música, y eso es de agradecer.

Las notas que Mr Aguilar saca de su «hacha» salen despedidas a la velocidad de la luz con un veneno mortal que acaba con la vida de cualquiera que se le ponga por delante. Sus riffs son fluidos, pesados y oscuros. Como era de esperar, también existen las dobles armonías y unos ataques de tremolo picking más macabros que la risa de Satán. Solos hay, pero a cuentagotas.

Adentrándonos en el terreno de los registros vocales, disfrutaréis de unos muy entendibles growls. Como curiosidad, se atreven con unas levísimas pinceladas de coros limpios en la letal ‘Vermin (New Breed)’.

A toda mecha son aporreados los parches. Sin duda han ganado en celeridad, giros y potencia. Atentos a sus cambalaches de dirección y a sus «golpes relámpago».

Destacaría…. por Odín, TODAS. ¡VAYA DISCAZO! De verdad, este Long Play no puede faltar en vuestra colección. ¡Lo necesitáis!

Nota: 10
Autor: Chus

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