Crítica: Hiss From The Moat – The Harrier (2019)


Hiss From The Moat es una banda de Black / Death Metal formada por el ex-batería de Vital Remains y Hour of Penance, James Payne, junto a Carlo Cremascoli y Giacomo Poli. En el año 2009 lanzaron su primer EP autoproducido, titulado “The Carved Flesh Message”. Cuatro años más tarde, vio la luz su primer álbum de larga duración “Misanthropy”. Tras el lanzamiento de su primer LP se embarcaron en una gira por Rusia, Europa y Asia, convirtiéndose en ese momento en un cuarteto, con la llegada de Max Cirelli a la banda. Finalmente, el pasado 22 de febrero de este año 2019 lanzaron su segundo trabajo, llamado “The Harrier”, a través del sello M-Theory Audio.

Hiss From The Moat está formado por Max Cirelli (guitarra, voz), Giacomo Poli (guitarra), Carlo Cremascoli (bajo, voces) y James Payne (batería).

El caso de Hiss From The Moat es curioso, ya que empezando en sus inicios con un estilo más cercano al Deathcore, a día de hoy no quedan resquicios de dicho género, centrándose en un Blackened Death Metal interpretado a las mil maravillas. En “The Harrier” nos encontramos ante un trabajo que bien puede estar a la misma altura de los trabajos de Belphegor. A lo largo de los 11 temas que componen el disco, predominan las atmósferas oscuras propias del Black Metal, acompañadas de unas melodías violentas y aunque suene redundante, también muy memorables, por lo melódico de sus líneas de guitarra. Todo ello ejecutado a base de trémolos, riffs muy enérgicos, cargados de malevolencia y algunos solos de guitarra que solo se pueden tachar de espectaculares. Aunque sin dejar de lado los tempos más pausados, como por ejemplo a lo largo de ‘Slaves To War’, la cual a mi parecer es una de las mejores composiciones del disco, por su mezcla entre majestuosidad y brutalidad a partes iguales; incluso añadiendo un pasaje acústico instrumental, llamado ‘The Abandonment’, título que le hace justicia, por el tono melancólico impregnado por la melodía.

La sección rítmica está basada en una técnica encomiable, la cual varía entre blast beats, up-tempos y mid-tempos. Dinamismo en estado puro, sin ninguna duda.

En cuanto a la voz, Max Cirelli utiliza un growl ciertamente destructivo y apocalíptico.

Resumiendo, “The Harrier” no defraudará a nadie. El álbum dura 43 minutos y aún así, me han dejado con ganas de mucho más. Simplemente imprescindible.

Nota: 9,5
Autor: Ramón

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